Por: Brenda Villota Méndez
Hace un mes nos llegaba desde Italia la dolorosa noticia del fallecimiento de la activista abolicionista italiana de origen albanes, Adelina Alma Sejdini, quien conoció el dolor y la tración de manos de su tío, el que después de accederla a sus 17 años la vende a una banda de trata de personas bajo los cuales se vió forzada a prostituirse. Durante este tiempo fue víctima de diferentes tipos de vejámenes y tortura a las que no solo sobrevivió, sino, que utilizó como su motor para buscar una salida de ese mundo. Con toda su valentía, Adelina decidió confiar en la policía y denunciar a 80 miembros de la banda que la retenían en contra de su voluntad, de estos solo 40 fueron capturados y judicializados por los casos de trata de personas, explotación sexual y violencia.
Durante un tiempo trabajó como traductora de albanés para la policía italiana, esto con la esperanza de ayudar a apresar más traficantes, sin embargo, no permaneció por mucho tiempo en esa ocupación. Por fortuna pudo encontrar un espacio en un programa de radio llamado Viva la Dignidad en el que aprovechaba para hablar temas como el de la prostitución desde su propia experiencia. En el año 2014 tuvo la fortuna de conocer y unirse al grupo Resistenza Femminista, espacio en el que encontró el apoyo necesario para continuar con su camino hacia la recuperación, así como en la lucha por la abolición de la prostitución. En esta colectiva Adelina pudo realizar diferentes trabajos de impacto social que buscaban hacer un llamado de atención sobre la forma en la que la sociedad patriarcal sigue viendo la explotación sexual de las mujeres como algo legítimo e insiste en llamarle “trabajo sexual”.
El siguiente año escribió una carta dirigida a Amnistia Internacional explicando que el “trabajo sexual” no existía e instando a este organismo a dejar de proteger los derechos de proxenetas, traficantes y puteros a explotar sexualmente a mujeres y niñas, sin embargo, la única respuesta que recibió de estos fue una nota paternalista sobre lo mucho que sentian lo que había vivído en su pasado. Pese a esta respuesta, Adelina continúo con su trabajo más comprometida que nunca en la lucha por la abolición de la prostitución.
En el 2019 se enfrentó a un diagnóstico de cáncer de mama que no la detuvo de ir al parlamento italiano con el fin de dar su testimonio frente a los diputados y las diputadas, dejando en claro que la prostitución no se trataba de un trabajo y por ello debía ser abolida. Pese a este acto de valentía su petición de nuevo fue ignorada. Ésta no sería la única forma en la que el gobierno italiano le falló a Adelina, pues se encontraba sin empleo, sin hogar y para finalizar el cuadro había sido notificada de la negativa a su petición de ciudadanía italiana y por ende debería volver a Albania, lugar en el que además, residían los traficantes a los que ella había denunciado, los mismos que solo habían pagado condena de 15 años y se encuentran libres en este momento en dicho país.
¿Cuánto dolor puede cargar un alma rota por el patriarcado? Es una pregunta que continuamos haciéndonos. Adelina como último acto de rebeldía tomó la decisión de no quedarse sentada esperando la muerte y fue a encontrarla, su vida no regresará pero su lucha sigue en pie, encarnada en cada una de nosotras que desde los lugares que podemos tomar, continuamos con esta ardua labor. No dejaremos ir su memoria, pues ella es una razón más para seguir trabajando por la abolición de la prostitución y por la caida del patriarcado. Desde la fundación Empodérame abrazamos a la compañera Liliam Altuntas de Resistenza Femminista y le agradecemos por confiar en nosotras al contarnos la historia de vida y lucha de Adelina, así como ratificamos nuestro compromiso en la misión de la lucha por la abolición de la trata de personas con fines de explotación sexual.
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