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Cuando el valor se vuelve esperanza


Néryl Molano* es una mujer migrante, una sobreviviente. Pero, sobre todo, es una mujer que se negó a que la violencia definiera su historia.


En el año 2022, un hombre —un demandante de sexo, como deberíamos nombrarlo con claridad— intentó quitarle la vida. La atacó brutalmente con un arma. No fue un “cliente”. Fue un agresor que, como tantos otros, creyó tener derecho sobre el cuerpo y la vida de una mujer.


Ese ataque dejó marcas profundas en el cuerpo de Néryl, pero también en su alma. Y, sin embargo, ella no se detuvo. Con dolor, con miedo, se atrevió a denunciar. Comenzó su camino de recuperación en medio de enormes dificultades, y con el acompañamiento de la Fundación Empodérame, se formó, se graduó de bachiller, se fortaleció y logró sostener su proceso psicológico.


No fue fácil. La impunidad parecía sellada. El tiempo pasaba y la justicia no llegaba. Pero Néryl no se rindió: tejió redes, construyó amistades, se atrevió a imaginar un hogar distinto. Poco a poco, fue volviendo a habitar su cuerpo, a cuidar su salud mental, a reconstruir su vida con una pareja.


Y entonces, cuando menos lo esperaba, llegó una noticia que parecía imposible: el fiscal que lleva su caso le informó que el juicio está listo. Que el proceso avanza. Que su voz será escuchada. Que no está sola.


Hoy, la posibilidad de justicia se abre ante ella. Y la Fundación Empodérame estará ahí, acompañándola junto con la Defensoría del Pueblo. Estaremos firmes, como siempre, porque este juicio no es solo por Néryl: es por todas las mujeres a quienes les han querido arrebatar la vida con total impunidad en la explotación sexual.


Deseamos que el agresor reciba la condena que merece. Que la justicia, aunque tardía, sea real. Y que Néryl, valiente, pueda reparar su alma, sostener su paz y seguir caminando hacia una vida libre de violencia.


Su historia nos recuerda que la justicia sí es posible, pero necesita el valor de mujeres como ella para caminar. Y a quienes la acompañamos, nos honra estar a su lado.


Porque el feminismo no es discurso: es presencia, es cuidado, es acompañar hasta que sane.

Gracias, Néryl, por tu coraje. Gracias por recordarnos que la esperanza también se construye con lucha.


*nombre cambiado por seguridad




 
 
 

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