Flor (nombre cambiado por seguridad) ha recorrido un camino largo, lleno de obstáculos que ninguna mujer debería enfrentar. Sobreviviente de trata de personas, madre cabeza de hogar y mujer afrodescendiente, ha luchado por lo que le corresponde: protección, acceso a la justicia y la posibilidad de reconstruir su vida.
Hace unas semanas, celebramos un avance importante. El Tribunal Superior de Cali confirmó en segunda instancia su derecho a ser incluida en el Programa de Atención y Protección a Víctimas de Trata de Personas. La decisión ordenó atención psicológica, formación laboral y medidas de seguridad. Pero la victoria en los tribunales no se ha traducido en acciones concretas. Flor sigue esperando. Y mientras ella espera, nosotras seguimos moviéndonos.
Acompañar no es solo estar: es abrir caminos
Desde el primer día, hemos estado junto a Flor, no solo con asesoría legal, sino con escucha, contención emocional y gestión ante las instituciones. Hemos enviado oficios, realizado reuniones y exigido respuestas. Cada llamada, cada correo, cada conversación es un intento más por acelerar lo que debería ser inmediato.
El fallo no puede quedarse en el papel. Las medidas ordenadas son su derecho y un primer paso para que recupere la estabilidad que la trata de personas le arrebató. Sabemos que la burocracia suele ser un muro frío, pero aquí estamos, insistiendo y abriendo grietas en ese muro, porque sabemos que del otro lado está la vida digna que ella y tantas otras mujeres merecen.
¿Qué sigue?
El compromiso es claro: seguiremos acompañando, gestionando y presionando hasta que Flor reciba lo que la justicia ya ha reconocido como suyo. Las historias de sobrevivientes no pueden quedar en sentencias archivadas. Necesitamos que se conviertan en acciones concretas, en oportunidades reales.
Mientras tanto, seguimos aquí, caminando con ella. Y con cada mujer que, como Flor, merece mucho más que un fallo a su favor: merece un futuro posible.
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