¿El inmenso sufrimiento de las mujeres y las personas transfemeninas no está entonces provocado por la violencia que otros hombres cometen? ¡Claro que sí! Y es hacia los violentos que se deben dirigir las acciones para evitar la violencia y no persiguiendo a las feministas.
Recientemente, realizamos una acción de incidencia ante el Ministerio de Igualdad y Equidad para garantizar la libertad de expresión de las mujeres feministas abolicionistas y críticas del género.
Desde la Fundación Empodérame, sostenemos que no se debe considerar transfóbico a quien no puede reconocer el género de otra persona basada en información incompleta o incorrecta. La responsabilidad de proporcionar esta información de manera clara y precisa recae en las entidades públicas.
Abolición del Género
¿Qué significa ser abolicionista de género? En la actualidad, hablar de abolición es hablar también de abolicionismo de género, que supone terminar con la ideología de identidades. Esto implica dejar de dar un valor diferencial a hombres y mujeres para poner fin a los roles sexuales que se desprenden de ello, ya que estos roles son uno de los principales sustentos del sistema patriarcal.
A través del abolicionismo se pretende romper con los estereotipos y liberar a ambos sexos de los patrones de género, con el objetivo de que las relaciones sean libres e igualitarias, sin distinción. Esto se relaciona con la masculinidad tóxica y el surgimiento de nuevas masculinidades.
Igualdad de Derechos y Libertades
El feminismo abolicionista, a través de sus autoras, nos lleva a criticar la estructura social impuesta desde la prehistoria y su jerarquía, en la cual los hombres ejercen la autoridad y las mujeres se ven sometidas a ella. Aunque se reconoce que el sexo es una realidad biológica, desde el abolicionismo se critica que el género lo sea también, ya que este forma parte de una construcción social impuesta a partir de la realidad biológica o sexo.
Las ideas de identidad de género han sido utilizadas por el patriarcado para aferrarse a su poder y poner trabas a una igualdad que debe basarse en los derechos y libertades, sin estar condicionada por sexo o género.
Impacto de las Redes Sociales
En la red social Twitter, ahora X, es muy fácil poner en palestras públicas, en especial a las mujeres. Bastante daño se hace perfilando a las mujeres abolicionistas, acusándolas de excluir a las personas que se auto reconocen transexuales o transgénero cuando lo que se cuestionan son los estereotipos de género y la explotación sexual.
Respuesta del Ministerio
El Ministerio de Igualdad y Equidad respondió a nuestra solicitud, reconociendo que:
No es responsabilidad de la ciudadanía adivinar el género o sexo de los funcionarios basándose únicamente en la información disponible en las hojas de vida. Esta información debe estar correctamente actualizada y reflejar con precisión los nombres y pronombres identitarios.
No hay mala fe en la defensora Claudia Quintero al no referirse con los nombres y pronombres identitarios de las personas funcionarias públicas si no con la realidad material.
Cuestionando Estereotipos de Género
Cuestionar los estereotipos y cómo el género oprime a las personas, obligándolas a construir vidas en una heterosexualidad obligada, no debe ser censurado. Los estereotipos de género son dañinos, y las mujeres queremos caminar hacia la libertad sin hacernos cautivas de la idea de mujer que el patriarcado tiene para nosotras.
Aclaraciones Específicas
Al llamar a la persona en la dirección de actividades sexuales pagas "hombre" y con su nombre real Carlos Díaz Martín, nos basamos en la hoja de vida publicada. No podemos saber que tiene una identidad sentida y la identidad sentida es una cuestión subjetiva, personal, individual e incluso hegemónica.
El Ministerio no pudo negar nuestra razón y tuvo que rectificar en un escrito, mencionando que no hay mala fe en nuestra acción.
El reconocimiento de que hay hombres que sufren discriminación por distintos motivos es una cosa, igualar esa experiencia a la opresión que sufren las niñas y mujeres desde que nacen es un despropósito que banaliza y desprecia lo que significa nacer con el sexo femenino en el patriarcado. ¿Es comparable que tu propio cuerpo sea despreciado y violentado con que tu forma de expresarte te suponga violencia? A las mujeres nos violentan por ser mujeres, no por sentirnos mujeres.
El sufrimiento que las personas homosexuales sufren son delitos de odio, merece agenda y atención, pero no es el objeto de lucha del feminismo, aunque pueda ser una consecuencia indirecta del machismo incluso, porque los varones experimentan la intolerancia y la homofobia, pero no la opresión.
Son muchas las personas que, deliberadamente o no, niegan el sexo como característica que define a las mujeres y a los hombres, y por tanto suprimen a las mujeres e invisibilizan esa jerarquía sexual en la que somos “el segundo sexo”.
El objetivo de estas posiciones “sexofóbicas”, que rozan cada vez más el desvarío, es dinamitar la categoría de mujeres como clase sexual para incluir a los varones autodeterminados “mujeres”. Quienes defienden estos dogmas, y son dogmas en tanto que no se apoyan en ninguna realidad constatable, llegan a la conclusión de que quienes más sufren los efectos del patriarcado son quienes dicen ser mujeres, pero no son reconocidos como mujeres. Según ellos su opresión es doble, es lo que llaman “transmisoginia”. Pero rápidamente salta una incoherencia: si quienes sufren las violencias machistas son las mujeres, ¿Cómo puede sufrirlas quien no es “reconocido” como una?
Su enardecida afirmación de que “sufren” más por no ser vistos como mujeres desplaza el foco del “debate” a la cuestión de la identidad. Resulta que el origen de la opresión histórica que han sufrido las mujeres tenía que ver con el dimorfismo sexual (un invento “tránsfobo” afirman) y los problemas de las identidades individuales. Estas afirmaciones niegan la realidad constatable de que la condición de nacer hembra es un factor de riesgo altísimo, a veces incluso antes de haber nacido, como ocurre en el caso de los abortos selectivos que se producen en muchos países, como Montenegro o la India. ¿Qué explicación se puede dar desde las teorías de las identidades y la negación de la biología a este tipo de genocidios por sexo?
¿El inmenso sufrimiento de las mujeres y las personas transfemeninas no está entonces provocado por la violencia que otros hombres cometen? ¡Claro que sí! Y es hacia los violentos que se deben dirigir las acciones para evitar la violencia y no persiguiendo a las feministas.
Proyección Social
Fundación Empodérame
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