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Muchas sobrevivientes de trata de personas han vivido violencia sexual desde niñas

Actualizado: 4 dic

En mi intervención en el Congreso durante la audiencia pública sobre la trata de personas, tuve la oportunidad de compartir reflexiones sobre un tema que me ha acompañado durante 15 años: la defensa de los derechos de las víctimas de este delito.


Puntos clave de mi intervención en el Congreso de la República de Colombia sobre la actualización de la ley que aborda el delito de la trata de personas:

1.      Reglamentación de la Ley 985 de 2005.

2.      Claridad en el concepto de trata de personas: captación, traslado y acogida con fines de explotación.

3.      Prevención efectiva mediante búsqueda activa de víctimas.

4.      Desestimulación de la demanda como eje central de la lucha contra la trata.

5.      Garantizar el derecho al refugio, asilo y documentación para las víctimas.

6.      Evitar la criminalización de las víctimas de trata.

7.      Crear un programa estatal unificado de atención integral.

 

Comencé destacando un problema estructural: la Ley 985 de 2005, aunque es para mí, la mejor de Latinoamérica, sigue sin estar completamente reglamentada. Esto ha limitado su impacto y refleja la falta de compromiso de algunos organismos que, aunque reciben recursos, no exigen al Estado corregir este error.  Es fundamental que esta ley no solo exista, sino que sea una herramienta efectiva para proteger a las víctimas con una buena reglamentación.

Aclarando conceptos erróneos

Uno de los puntos que abordé fue la necesidad de cambiar la narrativa sobre lo que realmente es la trata de personas. No se trata de secuestros con violencia física evidente, como suelen mostrar en las campañas. La trata implica captación, traslado y acogida con fines de explotación, y el consentimiento no es relevante. En Colombia, nuestra Constitución es clara: nadie puede consentir su propia esclavitud.

Hablé sobre cómo las víctimas, a menudo, no se ven a sí mismas como tales. Las encontramos maquilladas, aparentemente felices, pero con historias de violencia sistemática que comienzan desde sus hogares. Muchas sobrevivientes de trata de personas han vivido violencia sexual desde niñas, lo que las condiciona a normalizar su explotación.  Esto no se trata de lo que la víctima hace o aparenta, sino de lo que el victimario provoca y perpetúa.

Prevención y desestimulación de la demanda

Critiqué las estrategias de prevención superficiales, como las campañas que solo dicen "no entregues tu pasaporte". La verdadera prevención requiere búsqueda activa. Propuse entrar a los prostíbulos donde estas mujeres son explotadas, identificarlas y ofrecerles ayuda concreta. También insistí en la necesidad de desestimular la demanda, porque detrás de cada caso de trata hay alguien que paga por esa explotación. Es urgente que cambiemos la narrativa cultural para que comprar sexo deje de ser socialmente aceptado.

Derecho al asilo y atención integral

Un aspecto central de mi intervención fue el derecho al refugio y asilo para las víctimas, muchas de ellas migrantes que necesitan protección y atención urgente. Expuse casos concretos donde la falta de programas estatales ha llevado a la revictimización, incluso a la criminalización de mujeres que deberían ser tratadas como sobrevivientes, no como delincuentes.

Hice un llamado claro: necesitamos un programa estatal unificado que ofrezca atención integral, incluyendo refugios adecuados y programas de reintegración. Colombia no cuenta con refugios gestionados por el Estado, y eso es inaceptable. En otros países, como México, existen cientos de refugios. Aquí, todo lo hemos hecho desde la sociedad civil, pero no podemos seguir cargando solas con esta responsabilidad.

Mi compromiso

Finalicé mi intervención con un mensaje directo: no basta con crear leyes, es necesario implementarlas con enfoque diferencial y sensibilidad hacia las víctimas. Les pedí a los congresistas que escuchen nuestras observaciones y que trabajen para construir un país donde la trata de personas sea realmente combatida, no solo en el papel.

Este tema no solo es urgente, es una deuda histórica con las víctimas. Estoy convencida de que, con voluntad política y compromiso real, podemos avanzar hacia la erradicación del flagelo en las vidas de las víctimas. Agradezco profundamente este espacio para visibilizar nuestra lucha y aportar desde mi experiencia al diseño de políticas efectivas.

Claudia Quintero

Defensora de Derechos Humanos

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