María Mercedes Morillo es una mujer migrante venezolana de 28 años la cual interactúa desde el 2012 con Colombia, fue madre a los 16 años y las condiciones de necesidad al separarse del padre de su hijo la arrojaron a la vulnerabilidad, en esta fragilidad la explotación sexual atravesó su existencia, recorrió su país y otros más sujeta a su cuerpo como medio para suplirse económicamente anhelando la oportunidad de expresar su potencial más allá de la violencia a la que se enfrentaba en la prostitución. María es sobreviviente de trata y de intento de feminicidio, su brazo izquierdo sufrió una fuerte lesión a causa de un hombre que utilizó una botella de vidrio para asesinarla en el lugar donde ella se explotaba sexualmente en la ciudad de Cali.
La misma fuerza que la sostuvo para aguantar los malestares de la explotación sexual, defendió su valor para resistir la recuperación de su brazo y apostar por su transformación apoyada por la Fundación Empodérame, “Ahora sueño con prepararme, trabajar para tener una buena vida y ayudar lo que más pueda”. Ahora María está vinculada al equipo de la Fundación como auxiliar administrativa y apoya a sobrevivientes de explotación sexual.
Mary Luz López Henao es una mujer antioqueña y su historia está marcada por dinámicas de violencia desde su niñez. La guerra y el secuestro produjeron un trauma traducido en las prácticas de Mary, desde el despojo a su identidad hasta el padecimiento de necesidades materiales, “Yo creo que la guerra me hizo puta”. Posterior a su experiencia como víctima del conflicto armado, ingresaría a un contexto de carencias, vulneraciones y abandono, acercándose a la prostitución instigada por las lesiones de la guerra, “A mí me molesta mucho cuando la gente dice, ella está prostituyéndose porque está bien, pero no saben cómo llegó la persona allá”.
Mary es una lideresa, en la Fundación Empodérame encontró refugio y el apoyo para estimular su poder, “A mí me parece súper poderoso un lugar donde tú puedas escoger si trabajar o hacer otra cosa que no sea eso”, en la Fundación Empodérame encontró ese poder y refugio. Su proceso de recuperación ha estado sostenido por la escritura, dándole voz a su experiencia y acompañando el dolor de muchas más, desde su disposición y energía lucha por dignificar la existencia de las niñas y mujeres en el país.
Berena Suárez es una mujer de 29 años nacida en el municipio de Magangué en el departamento de Bolívar que abandonada y desprotegida por su familia sufre violación sexual a los 8 años y posteriormente a los 12 años es captada en Cúcuta por una red de trata de personas con fines de explotación laboral infantil, igualmente estuvo expuesta desde los 14 años a la prostitución siendo obligada al consumo de drogas para facilitar los abusos. Durante años el cuerpo, el alma y la identidad de Berena sufrieron los golpes del uso de su existencia como medio para complacer a otros “Cuando conocí a la Fundación Empodérame estaba triste y vacía”
Berena apuesta por el servicio del cuidado a mujeres que han sufrido lo mismo que ella “Quiero trabajar por las mujeres, hasta que Dios me lo permita estaré con amor, ternura, humildad y sinceridad en Empodérame”. Actualmente Berena es líder en el refugio de Cartagena de la Fundación Empodérame, oportunidad en la que encontró un lugar seguro para hablar de la posibilidad de cambiar, de luchar por sanar y reconstruirse. “Soy una mujer libre”.
Wendy Paola Viveros es una mujer del municipio de Magangué ubicado en el departamento de Bolívar, sobreviviente de trata de personas y prostitución, radicada desde los 16 años en la ciudad de Cartagena a causa de su movilización forzada por un tratante que a partir de engaños y cercanía con su familia la induce a un contexto de violencias, el cual posteriormente le generaría adicciones a diferentes drogas y promovería su experiencia como habitante de calle. Wendy es madre de tres hijos, iniciando su maternidad a los 14 años en cabeza de una familia de escasos recursos, situaciones que favorecieron la recepción de la manipulación. Las cicatrices en el cuerpo de Wendy ponen en evidencia el maltrato, así como la resistencia a su explotador, acción que la llevaría injustamente a la cárcel.
El dolor ha guiado la existencia de Wendy, pero la esperanza es lo que la ha sostenido. Tomó la decisión de alejarse de las drogas y en la Fundación Empodérame halló refugio para su malestar, transitando la culpa, el rencor y la tristeza como motivantes de sus acciones nocivas a la consciencia de su fuerza, para transformar su vida y soñar, por ella y por todas, “Mi sueño es aprender cada día más para poder ayudar a las mujeres que hoy viven esa situación que yo viví.” Hoy en la Fundación Empodérame Wendy es lideresa, apoyando en los devocionales y en las distintas labores que emergen.
Zurysaday Velandia Quintero es una mujer de 20 años nacida en la ciudad de Cúcuta, su historia da cuenta de una experiencia marcada desde la infancia por la sobrevivencia y en la adultez se evidencia el tránsito a un lugar en el que emerge la resiliencia. Zury es víctima del conflicto armado, de abuso sexual en su niñez y de las violencias que sufrió su madre al estar en la explotación sexual, hecho relevante en su construcción debido a las diversas problemáticas que enfrentó junto a ella, “Yo también sufría todas esas violencias que ella vivía”.
El activismo, el arte y el feminismo dan sentido a su proyección. Hace dos años dirige La casa de las mariposas sede de la Fundación Empodérame en la ciudad de Popayán, apuesta por el arte como medio de expresión sociopolítica y se sueña colocando en marcha un activismo dirigido a la prevención de violencias sexuales en niñas y niños. Zury da voz a las hijas e hijos de las sobrevivientes de explotación sexual, sobrevivientes como sus madres de un destino doloroso “Todo lo que he aprendido lo he aprendido gracias a la experiencia, y ahora para yo poder sanar mis heridas y dolores del pasado puedo ayudar a sanar a otras mujeres”.
María Daniela Lozano es una mujer de nacionalidad venezolana y colombiana de 25 años, madre cabeza de hogar, marcada por diversas violencias y el abandono que sufrió en el transcurso de su vida. La venta ambulante, manualidades y trabajos de estética se vinculaban con las actividades desempeñadas para poder suplir las necesidades de su hija e hijo. La fragilidad de su existencia en el territorio colombiano promovería su captación por una red de trata de personas que la expuso a la explotación sexual, comprometiéndola posteriormente al riesgo del accionar impulsado por el contexto de vulneración, incurriendo a su procesamiento legal al margen de la restauración de sus derechos como víctima sujeta a los abusos y constreñimiento del tratante.
El conjunto de situaciones nombradas ocasionaría en María Daniela episodios de depresión que desencadenarían cuatro intentos de suicidio. “En la Fundación Empodérame por fin encontré mi red de apoyo”, iniciando un proceso de reconstrucción como sobreviviente de explotación sexual, soportando a través del apoyo encontrado la fuerza para apostar por un nuevo futuro. Actualmente María Daniela está vinculada como usuaria de la fundación y su rostro refleja un cambio en el que supera el desamparo de su existencia y lo ubica en la esperanza.
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