Por Juan David Cortés
En el contexto de un Gobierno para la Vida, resulta paradójico abordar un proyecto de Ley que busca la dignificación laboral del 'trabajo sexual'. Esta propuesta, dentro del marco de la construcción de una nueva sociedad, se percibe como un retroceso en términos de derechos y dignidad.
La compañera Kollontai nos ilustra diciendo que el sentimiento de solidaridad y camaradería constituyen la base de la sociedad comunista. Por ende, la prostitución, que es una herencia directa del capitalismo, resulta incompatible con la visión de un nuevo modelo social para los trabajadores y trabajadoras, especialmente en contextos como el de la URSS. Tal herencia, como Kollontai señala, agrava aún más la lucha de clases, que, paralelamente, es también una lucha de géneros.
En una era dominada por el capital y la propiedad privada, la prostitución florece en la sombra de la institución burguesa por excelencia: el matrimonio. Ambas realidades, el matrimonio y la prostitución, emergen de una estructura económica explotadora. Estas instituciones sirven primordialmente a los intereses de los hombres, perpetuando la dependencia económica, cultural y social de las mujeres. En el contexto capitalista, la prostitución se traduce en la compra y venta de mujeres, a quienes se ve como seres inferiores.
El intento de regularizar esta actividad no hace sino socavar aún más las relaciones de producción entre hombres y mujeres. Tal regulación no integra a las mujeres en el sistema económico; por el contrario, las mantiene dependientes de rentas y de la demanda. Ya sea dentro del matrimonio o en la prostitución, la mujer se encuentra sometida, ya sea al esposo o al cliente.
Este fenómeno social no debe ser simplemente regulado, debe ser emancipado, y para lograrlo, es imperativo que se abogue por su abolición. Cerraré argumentando que este proyecto de ley, de ser adoptado, intensificará la lucha de géneros y agravará el combate por la independencia y emancipación real de la mujer. El intento de regularizar esta actividad nos lleva hacia el abismo neoliberal de una sociedad marcada por profundas desigualdades, donde la posición de la mujer será aún más marginalizada.
¡Abolir Ya!
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